Opinión

¿Qué presidente combatió mejor la pobreza?

Siempre intentaste, siempre fallaste. No importa. Intenta de nuevo, falla de nuevo. Falla mejor. La frase corresponde al premio Nobel de Literatura Samuel Beckett, pero puede ser aplicada a distintos ámbitos de la vida.

Argentina no para de tropezarse con la misma piedra. Si bien son muchos los problemas que no ha podido (o sabido) resolver, en esta nota se va a analizar estrictamente la evolución de la tasa de pobreza a partir del retorno de la democracia.

Al hablar de pobreza, o de reducción de pobreza, el colectivo imaginario suele remarcar las conquistas y los éxitos de la gestión Kirchnerista. En particular, de la gestión de Néstor, quien logró bajar la pobreza de 54% (datos oficiales del INDEC pre intervención, primer semestre 2003) a 26.9% (INDEC segundo semestre 2006, último dato pre intervención de Moreno). Es decir, Kirchner logra bajar la pobreza en un 50%, durante 4 años consecutivamente, a una velocidad promedio del 13,2% anual.

Durante los 8 años de la gestión de CFK, donde no hubo información oficial y por lo tanto, se usa exclusivamente la serie de pobreza la UCA, la pobreza prácticamente no se movió. Cristina asume con una pobreza del 29,1% de la población, alcanzó un mínimo de 25,9% en 2011, pero cerró su gestión con una tasa del 30%. Su gestión inicia con una tasa alta, toca un mínimo a mitad de su mandato, y cierra el segundo mandato en un valor prácticamente igual con el que inició 8 años atrás. La pobreza aumentó en 7 de los 8 años con respecto al año anterior y su tasa de variación promedio fue del 1% al alza.

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En los años de Macri, la pobreza vuelve a cerrar en alza, con un último dato disponible para el segundo semestre de 2019 de 35,5%. Tomando los años del gobierno del PRO como un período en sí mismo, la pobreza cae solo entre 2016 y 2017, un 13,1%, pero vuelve a aumentar en los últimos dos años de gobierno a una tasa del 9,2% en 2018 y mucho más fuerte en 2019, con un aumento de la pobreza del 19,4% con respecto al promedio de 2018. Durante su gestión, la pobreza aumentó a una velocidad del 5,2% promedio anual.

Llegamos a la etapa actual, tercer gobierno kirchnerista de la triada CFK, Fernández y Massa. Con Fernández, en 2020, la tasa de pobreza toca los 42 puntos, algo que no sucedía desde 2004. El 30 de marzo se conoció el dato para el segundo semestre de 2022. Es decir, el último dato disponible para la tasa de pobreza en Argentina es de 39.2%, similar a lo que sucedía en 2005. Uno podría argumentar que este gobierno nos ha hecho retroceder prácticamente 20 años, mientras que las perspectivas para lo que queda de su gestión son claramente a la baja.

Haciendo este análisis parcial, la gestión de Kirchner fue la más exitosa. Sin embargo, este análisis es engañoso ya que se están obviando los años previos a dicha gestión. Dado el final tan calamitoso de la convertibilidad, uno podría asumir que es imposible que los resultados que se dieron durante ella hayan sido mínimamente buenos.

Los años antes de Kirchner: El primer número para la tasa de pobreza en democracia, según los datos publicados por el INDEC, es de 29,8% para mayo del 1988, bajo la presidencia de Alfonsín. En octubre de ese año la pobreza trepa al 32,3%, y en mayo del 89, el último dato correspondiente a la gestión de Alfonsín, la pobreza había bajado hasta un 25,9%. Es poco lo que se puede decir de su gestión con solo tres datos, pero la historia, como la economía son procesos dinámicos. Las dificultades económicas de la segunda mitad del gobierno de Alfonsín llevaron a la explosión del plan austral, por lo que Menem inicia su gestión tras el estallido hiperinflacionario del 89, que llevó la tasa de pobreza al 47,3% de la población, significando un aumento del 83% con respecto a la medición de mayo.

Menem decide fijar el tipo de cambio e imponer la convertibilidad, haciendo del inicio de su gestión el más virtuoso de todos, en términos de reducción de la pobreza. Durante el primer mandato de Menem, la tasa de pobreza cae durante 9 semestres consecutivos, un récord que ni la gestión de Kirchner igualará.

Menem y la convertibilidad logran bajar la pobreza del 47,3% en 1989 a 16,1% en 1994. Si bien la gestión de Kirchner también logra bajar la pobreza durante 4 años consecutivos, Menem la reduce a un 34% del valor original, mientras que Kirchner al 50%. No solo eso, sino que durante los 9 semestres consecutivos en que la tasa de pobreza cae durante la convertibilidad, lo hace a una tasa promedio del 10,9%. Para la gestión de Kirchner, fue del 9,4%. Es decir, la velocidad a la que se redujo la pobreza fue mucho mayor, y en niveles absolutos más bajos, lo que lo hace aún más difícil. Es por ese motivo que se consideran a los años inmediatamente posteriores a la implementación de la convertibilidad como los más virtuosos.

La segunda mitad de la convertibilidad fue claramente mala. La pobreza aumenta en 10 de las 15 mediciones, a partir de mayo del 94, con un aumento promedio del 5,7% semestral. La situación llega a su límite en diciembre de 2001, provocando un salto del 40,2% de la tasa de pobreza a mayo de 2002. Vale destacar que, si bien dicha crisis fue traumática, el salto en la tasa de pobreza fue sustancialmente menor que el sufrido durante la hiperinflación del 89. Mientras que la salida de la convertibilidad causó un salto del 53% en la cantidad de pobres, la crisis del 89 generó un aumento del 82%.

Durante la convertibilidad se bajó la pobreza más rápido, durante más tiempo consecutivo, y se alcanzó el nivel de pobreza más bajo desde que se tienen datos oficiales del INDEC.

Qué hará el próximo presidente?. Si se acepta la frase inicial sobre que el objetivo de un gobierno debería ser fallar menos, o fallar mejor que sus antecesores, y además se acepta que los años de AF, MM y CFK han sido un fracaso en términos de reducción de pobreza, uno debería esperar un cambio de rumbo rotundo por parte del presidente que asuma en diciembre.

Desde la salida de la convertibilidad, hace 21 años, el discurso estuvo enfocado en la redistribución vía impuestos y transferencias. Un estado activo, que recaudaba las rentas del sector productivo para redistribuirlas en los centros urbanos. Esa estrategia no obtuvo los resultados esperados.

Este paradigma de la redistribución, que pudo haber funcionado bajo los parámetros macroeconómicos existentes durante la gestión de Néstor, está totalmente agotado hoy. Insistir sobre este paradigma solo ha traído inflación alta que se aceleró en el tiempo, destrucción de empleo, menores niveles de inversión, pérdida de competitividad, aislamiento del mundo, y el último condimento, crisis de deuda y default selectivo.

Argentina necesita fallar mejor. Necesita buscar una nueva estrategia para reducir la pobreza. Y ya que los mejores resultados se obtuvieron durante los años donde el Banco Central estuvo absolutamente restringido, no sería ilógico estudiar qué se hizo durante esa época e incorporar los aprendizajes a las políticas de hoy.

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